viernes, 4 de octubre de 2013

Amado Dios.

A los amigos se les habla de "tú", sin embargo, a los padres se les habla de "usted". ¿Cómo me dirijo a ti, Dios mío, si eres mi amigo y también mi padre? ¿Tiene eso alguna importancia para usted? En la Biblia no he visto por ninguna parte la palabra "usted", y el rey David dijo: " Porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo."Realmente no sé por cuál decidirme, porque usted es mi padre, pero también eres mi amigo. Es probable que en algunas ocasiones le hable de "usted" y en otras de "tú". Eres mi Dios, mi refugio, mi roca, en quien yo confío. Me siento tan feliz de que te hayas fijado en mí, siendo yo tan insignificante. Me dijiste que me habías escogido desde antes de la fundación del mundo, que era tu hijo, que dejara todo en tus manos. Pensaste en mí, tú, Dios lleno de amor y misericordia. Pensaste en mí sin siquiera merecerlo. ¿Qué hice yo para merecer tanto amor de tu parte? No hice nada, solo fue tu gracia, Señor. Fue tu amor. Nunca me has dejado y prometiste estar siempre a mi lado. Yo anhelo estar contigo por toda la eternidad. Ayúdame a llegar, no me quiero quedar en el camino. ¿De qué me serviría ser el hombre más exitoso de la tierra si después me voy al infierno? Tú sabes que para mí el dinero no tiene mucha importancia y que solo deseo tener el suficiente para vivir dignamente haciendo lo que más amo hacer, que es escribir. ¿Será tu voluntad que yo escriba? No quiero ser millonario, te lo he dicho tantas veces, pero quiero que me permitas ayudar a mis padres. Señor, sé que quieres bendecirme. Me lo has dicho varias veces, pero tengo claro que para alcanzar tu bendición debo esforzarme más y ser perseverante. Lo he intentado, me he esforzado, he peleado, pero me falta y lo reconozco. Debo ser más valiente.                                                                  No me gusta pensar que voy subiendo por una escalera muy alta, esforzándome por avanzar, escalón por escalón, y cuando me falta muy poco para llegar a la cima, algo me hace caer. ¿Debo comenzar a subir nuevamente desde el principio? ¿Y dónde queda todo el esfuerzo que hice? Señor, tú eres justo y conoces todas las cosas. Conoces mis más íntimos pensamientos. Sabes que deseo hablar de ti, pero debes poner palabras en mi boca. No quiero ser misionero, ni tampoco evangelista, solo quiero hablar de ti, y sobre todo, escribir acerca de ti. De tu belleza quiero contarles a los que no te conocen, de tu amor y misericordia. Reconozco que soy cobarde, que soy mediocre, pero sé que si me ayudas puedo hacer todo lo que tú me digas. Sé que es difícil servirte, pero ¿por qué tendría que ser fácil? Tenemos dificultades, luchas, pruebas. Muchas veces estamos tristes y llenos de amargura pero tú te llevas todo eso y lo transformas en felicidad, paz y gozo. Es cierto que aveces siento miedo de no poder alcanzar tus bendiciones, porque soy débil y vivo cayendo en una falta u otra. El tiempo pasa muy rápido y quiero que me ayudes a serte útil. Por favor, Señor, te lo ruego. Hay mucho por hacer. Sin ti no soy nada, necesito de tu ayuda. Aquí está mi corazón, mi vida. Haz lo que quieras, haz tu voluntad. Amén.