miércoles, 28 de marzo de 2012

Gracias, Señor.

En primer lugar quiero darle gracias a mi Señor, mi Dios, por tenerme un día más con vida y salud. Su misericordia y amor son incomparables.
El tercer mes del año está a punto de llegar a su fin, afuera el cielo está despejado pero no tan azul. El sol ya no calienta como en sus días de mayor fulgor. Días atrás comenzó el otoño, buena época del año, las hojas amarillas esparcidas por el suelo. Me gusta. Me gusta ver las calles con hojas amarillas.
Estoy feliz, feliz porque el amor de Dios me permite ver toda su belleza, me permite por ejemplo fijarme en detalles que no todas las personas se fijan.
Yo me pregunto: ¿Cuántas personas se toman tan solo cinco minutos para mirar el cielo estrellado? ¿Cuántos se han percatado de la belleza de una rosa roja? Cuando el amor de Dios está en una persona, ésta puede disfrutar de todas estas cosas hermosas. Yo las estoy disfrutando ahora, digo ahora porque no siempre ha sido así. Antes de continuar diré algunas cosas de mí.
Cuando niño era muy estudioso, muy aplicado. Me iba excelente en el colegio. Fueron pasando los años y comencé a bajar mis notas. El año 99 salí de octavo y como andaban comentarios sobre el fin del mundo al año siguiente no quería seguir estudiando. ¿Para qué iba a estudiar si justo ese año se iba a acabar el mundo? Qué ingenuo era.
Pero fui a primero medio. El 2001 me retiré como en abril. No quise seguir estudiando. Volví al año siguiente, ahora a segundo. En tercero medio fui uno de los mejores de mi curso, pero en cuarto quedé repitiendo. Me iba excelente en lenguaje e inglés pero detestaba las matemáticas, asignatura que en la media no recuerdo haber terminado nunca con nota azul. El otro inconveniente era química, es que mi mente siempre ha sido más dada a las letras que a los números y fórmulas. A fin de año debía dar tres pruebas de química y tuve que darlas todas el mismo día. Con un dos hubiese pasado de curso, pero tuve una discusión con el profesor que ni recuerdo por qué fue, y me puso un uno al libro. Quedé repitiendo por un pelo, ya que con dos asignaturas en rojo tenía que darme un promedio 5.5 y yo tuve un 5.4.
El 2005 quería obtener cuarto medio en el Abate Molina pero no me matriculé. Meses atrás había escrito una novela y mi intensión era ser escritor. Pasaron los años, el 2007 hice un intento por terminar la enseñanza media en La Araucana, Linares, pero me fue mal en matemáticas.
El año 2009 saqué por fin cuarto medio, en la nocturna del liceo de Longaví. Una compañera me decía " Oye Luis, tú eres mateo, qué estás haciendo aquí, deberías estar en la Universidad". Incluso tenía una beca para dar la psu ese año y no la di.
Ya tengo 26, el tiempo pasa velozmente y este año tampoco iré a la Universidad. Pero tengo confianza en el futuro, porque Dios me dijo: "Preocúpate de mis asuntos y yo me preocuparé de los tuyos". La verdad es que hace un mes empecé a esforzarme más que nunca antes, justamente en los asuntos de Dios. Confío que en cualquier momento Dios me bendecirá grandemente.
Ahora continúo. Sin duda si pudiera retroceder el tiempo diez años haría solo una cosa: Me entregaría a Dios como lo hice un mes atrás, porque no hay nada mejor que buscarle y conocerle.
Podría haber sido un hombre exitoso, un doctor o un escritor brillante, pero si no hubiese conocido a Dios, ¿habría servido de algo? Esta vida es pasajera, ¿Cuánto es lo máximo que vive un hombre, cien años? Dios me ofrece una vida eterna y a eso aspiro yo ahora. Nada en esta vida vale tanto como lo que me ofrece el Señor por una eternidad. Ahora estoy en sus manos, puede utilizarme como mejor le plazca. Yo quiero predicar su evangelio, de verdad lo anhelo. Él me puso amor por las almas, de orar por ellas, de pelear por algo que no perezca. Todo en esta tierra se acabará algún día.
Jamás me ha faltado algo, Dios siempre ha provisto de todo. Así que estoy confiado. Quiero hacer su voluntad, solo eso. Él dijo que me iba a bendecir grandemente y sus promesas son fieles y verdaderas. Solo esperaré en ti, Jehová.

martes, 20 de marzo de 2012

La ley de la adversidad.

El conocido científico Stephen Hawking dijo que antes de enfermarse tenía muy poco interés en la vida. La llamó una "existencia sin sentido", como resultado de que siempre se sentía aburrido. En ese tiempo, bebía demasiado y trabajaba muy poco. Entonces, se enteró de que tenía esclerosis amiostrófica lateral, y que no debía esperar vivir más de dos años. El resultado final de ese diagnóstico, después de la conmoción emocional que le produjo al principio, fue extremadamente positivo. Declaró que había sido más feliz después de tener la enfermedad que antes. ¿Cómo podemos entender eso? Hawking dio la respuesta. Dijo : "Cuando nuestras expectativas se reducen a cero, realmente apreciamos todo lo que tenemos". La satisfacción en la vida depende, en parte, de lo que la persona espera recibir de ésta. Para un hombre como el doctor Hawking, quien pensó que iba a morir muy pronto, todo adquiere un nuevo significado: la salida del sol, un paseo por el parque o la risa de los niños. De pronto, cada pequeño placer se convierte en algo muy valioso. En contraste, las personas que creen que la vida les debe algo, aveces se sienten insatisfechos con lo mejor que reciben de ella.
También, el doctor Hawking dijo lo siguiente acerca de sus limitaciones físicas: "Si usted tiene algún impedimento, debe emplear sus energías en las áreas en que no tiene ningún problema. Debe concentrarse en lo que puede hacer bien, y no lamentarse por lo que no puede hacer. Y es muy importante que no tenga lástima de sí mismo. Si usted tiene un impedimento y siente lástima de sí mismo, entonces nadie va a querer tener mucho contacto con usted. Una persona que tiene alguna incapacidad física, ciertamente no puede darse el lujo de también estar incapacitado sicológicamente".
Otra manera de expresar lo que dice el doctor Hawking es que una persona que se está enfrentando con dificultades extremadamente difíciles, debe esforzarse en hacerse más fuerte. Quejarse y tener lástima de sí mismo, son reacciones mortales, aunque parezcan muy lógicas y nos hagan sentir mejor. Una persona que tiene una crisis se fortalecerá o se desalentará por medio de ésta. Dentro de ciertos límites, la adversidad puede tener un efecto positivo en las personas, ayudándolas a fomentar su carácter. En cuanto a los cristianos, la Biblia dice que desarrolla la fe (Santiago 1:2-4).
Desde hace mucho tiempo, los biólogos han reconocido la importancia de la ley de la adversidad, y que obra en el mundo de las plantas y los animales.
A pesar de lo extraño que parezca, el bienestar habitual no es provechoso para ninguna especie. Una existencia sin desafíos produce víctimas entre casi todos los seres vivientes. Por ejemplo, observa a los animales débiles que viven en un zoológico. Todos los días los alimentan, y lo único que hacen es estar acostados bostezando. O piensa en un árbol que está en una selva tropical. Como tiene mucha agua a su disposición, no necesita extender sus raíces nada más que a unos pocos metros de profundidad. Por lo tanto, no está bien afianzado, y una pequeña tormenta puede derribarlo. Pero un árbol mezquite, que se encuentra en una tierra hostil y árida, debe echar raíces a nueve metros de profundidad, o más, en busca de agua. Ni siquiera un viento muy fuerte puede hacerlo caer. Su ambiente adverso contribuye realmente a su estabilidad y vigor.
Esta ley de la adversidad, también tiene que ver con los seres humanos. Algunos de los ejemplos de valor más notables han ocurrido en países que se encontraban bajo presión muy fuerte. Por nombrar alguno está el caso de Gran Bretaña durante la guerra. Churchill guió al pueblo al heroísmo personal. Comenzó por hablar de sus expectativas, ofreciéndoles sólo "Sangre, trabajo duro, sudor y lágrimas". Esto les ayudó a fortalecerse contra las dificultades. En los días más sombríos de los bombardeos aéreos, cuando su amada patria estaba en peligro inminente de ser invadida, los británicos resistieron con firmeza.
Si es verdad que a menudo los tiempos difíciles producen firmeza emocional y física, entonces también lo opuesto tiene que ser cierto. Y en realidad, lo es. Con frecuencia, la vida fácil y la abundancia producen una profunda debilidad.
¿Obra también esta ley entre los cristianos? No cabe duda que así es. Dios permite que sus hijos
tengamos luchas para mantenernos fuertes.
Jesús quiere que nos entreguemos completamente a él, que tengamos dominio propio y que nos mantengamos firmes.
A través de la Biblia vemos constantemente este ejemplo. El Señor quiere que su pueblo sea fuerte.
La vida fácil y la comodidad son muy peligrosas. Debemos siempre estar esforzándonos y mantenernos firmes, con la ayuda de Dios.
Estamos envueltos en una guerra espiritual con un enemigo implacable, que continuamente está asechándonos. Necesitamos estar en las mejores condiciones posibles, para poder hacerles frente a los dardos y a las flechas que él nos lanza. Los cristianos débiles y que se han dado demasiada buena vida, no tienen la resistencia suficiente para pelear esta batalla. Así que, de vez en cuando el Señor nos pone a hacer ejercicios espirituales con el fin de mantenernos en forma para la contienda.
Esa es la "ley de la adversidad", y todos somos afectados por ella de una manera u otra.

lunes, 12 de marzo de 2012

El Pecado y la Naturaleza pecaminosa...

El origen del pecado es un misterio indescifrable, y por lo tanto, es mucho más provechoso encaminar nuestras investigaciones a buscar, por conducto de Cristo, el medio de librarnos de las penas que nos acarrea tan grave mal, y del poder que él ejerce sobre nosotros en particular, y sobre la humanidad en general. Cómo penetró en el mundo, cómo inficionó a toda la especie humana, cuál es su naturaleza, cuáles sus formas y efectos, y cómo se ha adueñado de toda alma no regenerada, son asuntos de que se trata muy extensamente en la Biblia.
El primero que pecó fue Satanás, al revelarse contra Dios, pero sabemos que el pecado entró al mundo por un hombre, el cual fue Adán, al desobedecer a su creador. Y ahí, junto con el pecado, vino la muerte. En Romanos 5:12 dice: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron". Es ahí cuando Jesucristo tuvo que venir a la tierra a morir por nuestros pecados. Veamos Romanos 5:19, dice: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos".
El pecado es cualquier pensamiento, palabra, deseo, obra u omisión en contra de la ley de Dios, o que no llene sus exigencias al compararse con ella.
La naturaleza pecaminosa constituye el deseo casi continuo de pecar que satura cada parte de nosotros. Todo el poder del pecado que opera en nosotros no es otra cosa que esta: que de la misma manera que hemos heredado la naturaleza caída de Adán, hemos heredado su tendencia a la desobediencia.
Por nuestra propia decisión nos convertimos en "hijos de desobediencia". Resulta claro que una de las obras por las que se necesitaba a Cristo era para que nos quitara esa desobediencia...su maldición, su dominio, su naturaleza y operaciones perversas. La desobediencia ha sido la raíz de todo pecado y miseria. El primer objetivo de su salvación fue cortar la raíz del mal y restaurar al hombre a su destino original.
Dios nos dejó su palabra, la Santa Biblia, y en ella podemos ver claramente lo que le agrada a él y lo que le desagrada.
Cada ser humano tiene libre albedrío, pero sabemos que la paga del pecado "es muerte". Nadie dice que dejar el pecado es cosa fácil, es más, sin la ayuda de Dios es algo imposible. Nosotros debemos pelear toda la vida contra nuestra naturaleza pecaminosa, que siempre está a punto de hacernos pecar.
Para terminar quiero destacar los siguientes versículos de las Escrituras.
"Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado" (Santiago 4:17)
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9) ¡Pero mucho cuidado! Dios no es un juego, no podemos decir "Voy a pecar y luego me arrepiento" ¡No, debemos sacar el pecado de nuestra vida porque acabará con nosotros si no recibimos perdón de Dios!
Por último este versículo muestra claramente que podemos dejar de pecar. "Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca" (1 Juan 5:18)
¡Gloria a Dios!

lunes, 5 de marzo de 2012

Jehová es mi fortaleza...

"Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación"(Éxodo 15:2). Estas palabras son parte de una alabanza de Moisés y María a Dios, después de librarlos de la mano de los egipcios. "Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar"(Éxodo 14:30).
El rey David, que fue un gran hombre de Dios, siempre se apoyaba en su poder. "Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio"(Salmo 18:1-2)
El rey David siempre le pedía ayuda a Dios en las dificultades. "Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme"(Salmo22:19). También estaba siempre confiado en su poder; sabía que si Dios estaba de su lado, nadie podría hacerle daño. "Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?"(Salmo 27:1)
En proverbios 10:29 dice:"El camino de Jehová es fortaleza al perfecto; pero es destrucción a los que hacen maldad". Claramente Dios protege a los que hacen el bien, se preocupa de ellos. Pasa lo contrario con la gente que no le agrada con sus actos. No debemos olvidar de que Dios es amor, pero también es fuego consumidor.(Hebreos 12:29).
Todos los grandes hombres de Dios no llegaron a ser lo que fueron por mérito propio, y ellos lo tenían más que claro. Jeremías también se refiere a la fortaleza de Jehová con estas palabras: "Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho"(Jeremías 16:19).
Pero Dios es fortaleza a quien se lo pida y haga su voluntad, y le ame de corazón. No solamente lo fue con Moisés, Abraham, David o Daniel; también puede serlo con nosotros. Quiero destacar un versículo más; su autor es Habacuc, quien vivió alrededor de 600 años A.C, durante uno de los más críticos períodos en la historia de Judá. El país había descendido de las alturas de las reformas de Josías hasta las profundidades de los abusos que sufrían sus habitantes, las medidas opresivas contra los pobres, y el colapso del sistema legal. El mundo que rodeaba a Judá estaba en guerra, con Babilonia ganando ascendencia sobre Asiria y Egipto. La amenaza de invasión desde el norte se sumó a los problemas internos de Judá. En ese clima adverso, este hombre de Dios dijo lo siguiente: "Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar"(Habacuc 3:19).
No hay nada mejor que dejarle todo al Señor y confiar en Él de todo corazón.
"He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jah Jehová, quien ha sido salvación para mí"(Isaías 12:2)