viernes, 25 de mayo de 2012

                                                           Deuteronomio 28
       Bendiciones de la obediencia
Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieras en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieras los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Pon atención, ¡Esto es una guerra! (Parte 2)

Dios a través de las escrituras, en reiteradas ocasiones nos pide que nos esforcemos. El camino del evangelio está lleno de dificultades pero de la mano de Cristo es posible salir victorioso. En 2 de Timoteo dice: “Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente”. Todos en la vida luchamos por algo, por ejemplo, hay personas que se esfuerzan por destacar académicamente, otros en los negocios, también son muchos los que luchan por el amor de una persona, etc. Pero todo lo de la tierra un día se acabará. Tú te morirás un día y yo también. Entonces, no diré que no pelees por las cosas de esta vida, sino que ponle más atención a luchar por las cosas que no perecerán, las que tiene preparada Dios para los fieles en la vida eterna. Haber, sí hay que luchar en esta vida, por tener un buen pasar, una linda familia y por qué no una linda casa, pero sin descuidar lo otro, lo que Dios te ofrece. En 1 de Corintios 9:25 está claro: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.
En esta carrera Dios promete nunca dejarnos solos, pero sí nos ordena que nos esforcemos y seamos valientes. (Josué 1:9)
Dios nos dio libre albedrío, tenemos la libertad de elegir, podemos escoger entre el bien o el mal, pero llegará el día en que él juzgará a toda la humanidad, a los buenos y a los malos. Nadie puede exigirle que no lo haga, pues él nos creó. Tiene derecho sobre nosotros.
La humanidad le dio la espalda a su creador, es algo lamentable. A través de la desobediencia de un hombre (Adán) entró el pecado al mundo, que acarrea consecuencias trágicas. La humanidad se ha corrompido a niveles tan profundos que a Dios no le quedará otra alternativa que derramar su ira contra los impíos y rescatar a los que le han obedecido, que son pocos.
Tenemos tres enemigos: El mundo, nuestra carne (naturaleza pecaminosa) y Satanás. Los tres son enemigos feroces, que si no ponemos resistencia y confiamos en el Señor nos iremos al infierno. Nosotros deberíamos por sobre todas las cosas tener nuestra mira en la vida eterna, en lo que fue a preparar Cristo después que resucitó. Sin embargo, es fácil afanarse en lo de acá abajo y descuidar lo incorruptible. Millones de seres humanos han despreciado a Dios y no les interesa luchar por algo que ahora no pueden ver, como es lo que hay en el cielo y prefieren esforzarse por estas cosas corruptibles. El mundo odia a Cristo, se ha rebelado contra él, aun cuando su deseo es que todos alcancen la salvación.
Nuestra carne también es un enemigo, tal vez el más letal. En las escrituras dice: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”(Romanos 8:6) Nuestra carne es débil y cómoda, no le gusta pasar frío, ni hambre y tampoco le gusta esforzarse. Además es inmunda, dada a la concupiscencia. Dios no se agrada de eso, porque él es santo y puro, por esto quiere que vivamos una vida libre de pecado, santificados. El Espíritu Santo es fundamental para poder llevar una vida agradable ante los ojos del Señor. Sin él seguiremos pecando una y otra vez.
Por último está Satanás, un ser lleno de odio y maldad. Satán en hebreo quiere decir “aquel que acusa”. Cualquier cosa mala que tú hagas, ya sea mentir, robar o lo que sea, tenlo por seguro que Satanás lo sabrá y partirá corriendo donde Dios y te acusará. Diablo significa “aquel que divide”. Todo lo que este ser maligno quiere es hacernos daño y llevarnos con él al infierno. Quiere lo peor para ti, que sufras, que discutas con todo el mundo. Es terrible. Cuando era un ángel y se rebeló contra su hacedor, una tercera parte de los ángeles se rebelaron junto con él y Dios los expulsó del cielo, los condenó para siempre y es por eso que quiere arrastrar a la mayor cantidad de personas hacia el infierno. Le ha ido de maravillas, considerando toda la gente que muere sin la salvación de su alma, llenos de pecados, que caen a ese lugar espantoso, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apagará. (Marcos 9:44)
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestíos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. (Efesios 6:10-17)

lunes, 7 de mayo de 2012

Pon atención, ¡Esto es una guerra!

Desde que el ángel más bello del Señor se rebeló contra él comenzaron todos los problemas. Quién se iba a imaginar que un ser tan hermoso y lleno de sabiduría se iba a ir en contra de su propio creador. Antes de que Satanás pecara contra Dios era un ser de luz. Después de eso se convirtió en un ser maligno y perverso, que se goza en la maldad. En la Biblia hay un versículo que lo define muy bien : "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitaste a las naciones. (Isaías 14:12). Era llamado lucero y ahora es el rey de las tinieblas. Cuesta explicarse cómo pudo suceder una cosa así.
Después que se rebeló contra Dios, logró engañar a Adán y Eva. Ahí por la desobediencia entró el pecado a la humanidad y junto con él, entró también la muerte. Si somos seres mortales es debido al pecado. Dios nos había hecho inmortales, para vivir por siempre junto a él. Pero Adán desobedeció y arruinó el plan de su creador. A Satanás se le entregó la potestad y la gloria de este mundo justamente por la desobediencia de ese hombre. Ahora de la única manera que podemos contrarrestar las fuerzas satánicas es orando, pidiéndole a Dios que tenga misericordia de nosotros y nos ayude. Debo aclarar que nada sucede si Dios no lo permite, ni siquiera se mueve una hoja de un árbol si no es su voluntad.
Estamos en una gran guerra y gran parte de la humanidad no tiene idea. No es una guerra entre humanos, es entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. Una parte de las personas están del lado del diablo y otra más pequeña del lado de Dios.
Satanás quiere mantenerte ocupado en los placeres de este mundo, en lo carnal, en algo que perecerá. En el otro lado está Dios, que te ofrece una vida eterna, y te pide que mientras estés acá en la tierra, dejes el pecado para poder irte con él al cielo. Esto no es una película de ciencia ficción o algo que inventé yo. Es real.
La próxima semana si Dios lo permite, escribiré una segunda parte sobre esto, ya que me falta bastante por contar.