miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Sobre qué podría escribir?

Desde muy pequeño he sido un aficionado por la lectura, hasta el extremo de asegurar que leer es uno de mis grandes placeres. Yo no recuerdo pero mi mamá me ha contado que a la edad de cuatro años, cuando iba al supermercado, me divertía juntando las letras de todos los envases que se cruzaban delante de mis ojos. MI-LO, SO-PRO-LE, CHO-CA-PIC. No leía tan bien a esa edad, pero mi amor por las letras se hizo notorio desde entonces. A través de los años ese amor ha ido aumentando, me fui transformando en un lector voraz. Después de dormir, una de las cosas que más he hecho en mi vida es leer.
A la edad de once o doce años tenía pensado estudiar Kinesiología. En ese momento escribir no era algo que deseaba hacer. Seguía leyendo cada vez más y aprendiendo cosas nuevas todos los días. Cuando entré al liceo la idea de estudiar Kinesiología se borró de mi mente, y comencé a sentir curiosidad por la Psicología. Quería ser un Psicólogo y escribir libros acerca de la mente humana. También me gustaba la idea de estudiar Nutrición y en este caso escribiría libros sobre las vitaminas, minerales y proteínas.
Todo cambió cuando entré a mi último año de enseñanza media y comencé a escribir una novela que terminé  en cuatro meses. Por ese entonces mi anhelo era ser un gran escritor, no solo un novelista, sino que también escribiría cuentos, poemas, ensayos y otros artículos. No necesitaba ir a la Universidad, solo podía perfeccionar mi escritura, con dedicación y esfuerzo, de manera autodidacta. Tenía aires de grandeza, quería  algún día ganar el premio Nobel, tener harto dinero y disfrutar de la vida, de los placeres de este mundo. Creo que debido a mi soberbia Dios no me ha permitido tener éxito como escritor. Me creía superior a los demás, siempre me costó hacer amigos, prefería leer un buen libro antes que conversar con gente con una inteligencia menor a la mía. Estaba equivocado, lo admito. Ahora pienso que Dios tiene otros planes para mí. Él no me quiere para escribir novelas ni cuentos, ni para escribir artículos mundanos en alguna revista o periódico, creo que me quiere para escribir sobre su Palabra. Me encantaría escribir un libro como el que escribió Bill Popejoy sobre el Salmo 23. Es una joya, y Bill tampoco fue a la Universidad. Dios le dio la sabiduría para escribir.
El año 2011 cuando vino a Longaví Silvia, la poeta de Talca, y le conté que tenía una novela y unos cuentos, me ofreció ayudarme a publicar mi novela. Me pondría en contacto con su editor y haríamos todo lo necesario para sacarla a la luz. Silvia vino en Junio o Julio, pero en Agosto todo cambió. Ya no quería escribir novelas, mi deseo era escribir libros cristianos.
Comencé a leer "La cruz y el puñal", y luego un par de libros de Rebecca Brown que me encantaron. Ahí estaba lo mío, sentí que debía escribir sobre eso. Todos los días durante Septiembre y Octubre del 2011, por las mañanas leía la Biblia y por las tardes libros cristianos. Por aquel entonces tomé un libro de Bill Popejoy, sobre el Salmo 23, que tenía hace años, pero no me decidía a leerlo. No me llamaba la atención.
Es un libro corto, de 134 páginas, que lamento no haberlo leído antes. Además me gustó que su autor, al igual que yo, no fue a la Universidad. "Bill, yo te di el talento para escribir", le dijo el Espíritu Santo.
Me fasciné también leyendo a Rebecca Brown. Qué mujer más valiente, es admirable. Anhelo conocerla, sino tengo la oportunidad aquí en la tierra, espero verla arriba en el cielo.
Es difícil ser escritor, se necesita mucha disciplina, aparte de pasión y talento. También se necesita paciencia. Lo otro es la suerte, porque no gana más el mejor. A través de la historia, escritores geniales no fueron reconocidos en vida, sino que después de su muerte recién alcanzaron fama. Es algo lamentable. ¿Qué pasaría si yo alcanzara fama después del año 2150? Ahora pienso diferente, no me interesa la fama ni los millones, aunque sí me hubiese gustado escribir novelas como "La ciudad de la luna", de Paul Auster o "El guardíán entre el centeno", de J.D.Salinger, que considero obras maestras.
Ahora mi espejo no es Auster ni Salinger, sino que Brown, Wilkerson o Popejoy. De todas maneras no descarto escribir unos diez o doce cuentos y publicarlos. Debo seguir mejorando y aprendiendo cada día más.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Mi forma de pensar.

Definitivamente Dios ha sido muy bueno conmigo. Sin ninguna duda. Es común en el ser humano mirar la mitad vacía del vaso y no la mitad llena, es común fijarse más en los defectos que en las virtudes. Es lamentable pero es así. Siempre nos fijamos más en lo que falta que en lo que hay. La mayoría de la gente no disfruta el presente debido a que no puede olvidar cosas del pasado ni puede dejar de preocuparse por el futuro. Es un gran error, porque la vida es el presente, el ahora. El pasado ya pasó, es imposible retroceder el tiempo, y el futuro no nos pertenece. Hay personas, diría que la mayoría- y yo me incluyo también- que hace (hacemos) planes para el futuro siendo que cualquiera se puede morir en este mismo momento. Dios es el dueño de la vida, si estamos respirando es solo misericordia de El.
Digo que Dios ha sido muy bueno conmigo porque jamás he pasado hambre ni frío ni he andado maloliente por no tener donde bañarme. Siempre he tenido lo más importante. Dios me lo ha dado. Ha tenido misericordia de mí y de mi familia. Nos ha protegido siempre.
La vida no es justa, porque solo basta con mirar un poco alrededor. Hay gente que no tiene nada, que sufre infinidad de cosas. Basta con saber que en África se mueren de hambre para que quede claro que la vida no es justa. Es injusta, pero Dios es justo, y su justicia es muy distinta a la nuestra. Él es la máxima expresión del amor y la sabiduría, mientras que nosotros somos muy limitados. Somos egoístas, envidiosos, nos enojamos con facilidad, pensamos primero en nuestro bien que en el de los demás. Nuestro corazón es más engañoso que todas las cosas, y perverso. Lo dice la Biblia y así es.
¿Qué es lo realmente importante en esta vida? Todos no pensamos de la misma manera, no tenemos las mismas metas. Definitivamente somos diferentes. Para mí esta vida no tiene tanta importancia; no me importa hacerme millonario, no me importa tener un auto lujoso, ni una mansión, ni andar con muchas mujeres, ¡No me interesa! Tampoco me interesa ir a la Universidad y conseguir un doctorado y ser admirado por eso. La verdad es que me tiene sin cuidado. ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? Estoy harto de la vanidad humana, de la envidia. Es increíble hasta donde puede llegar la maldad del ser humano. Yo no estoy en este mundo para agradar a los hombres sino a Aquel que me tiene con vida y nunca me ha dejado. Sé que le he fallado a Dios muchas veces, sé que lo he lastimado con mi forma de actuar, pero Él sabe cuánto lo lamento. Es difícil agradarle y vivir en santidad en un mundo lleno de maldad y pecado. Nuestra naturaleza es pecaminosa. Es muy difícil ver pasar a una mujer  hermosa y no mirarla ni  tener pensamientos carnales, ¡Es difícil!, pero el Señor nos dice "No satisfagáis los deseos de la carne". Los deseos de la carne son muerte, pero los del Espíritu son vida y paz. ¿Qué porcentaje de la humanidad prefiere orar, ayunar, ir a la iglesia en lugar de satisfacer los deseos de la carne? Pocos, muy pocos.
Yo me esfuerzo por agradar a Dios pero no siempre lo consigo porque es muy complicado, vivo equivocándome, pero lo vuelvo a intentar una y otra vez y sigo dando la pelea. Es normal que sienta deseos de hacer cosas malas, y lamentablemente he caído muchas veces pero Él me vuelve a dar una nueva oportunidad.
Dios es el único que puede darme todo lo que anhelo. Creo en Él, su Palabra es verdadera, sus promesas son hermosas y fieles. Él conoce todos mis deseos, sabe que amo escribir y que quiero dedicar el resto de mi vida a servirle. No me interesa tener estudios universitarios, porque sin ellos puedo cumplir mi anhelo de ser conferencista y escritor cristiano. Dios es quien da la sabiduría y la inteligencia. Quiero evangelizar, cooperar con lo que más pueda para que la mayor cantidad de gente posible conozca al Señor y alcance la salvación. Esta vida es pasajera, pero hay una vida eterna y ésa es la que realmente me importa. Yo quiero alcanzar la vida eterna, que sin duda debe ser hermosa.
Dios me dijo que me preocupara de sus asuntos y Él se preocupará de los míos. Quiero formar una familia pero es mejor que Él elija a la mujer que será mi esposa. Yo podría equivocarme pero Dios no. Conoce mis gustos y elegirá la mujer idónea para mí. Lo creo y con eso basta.
Quiero viajar por el mundo evangelizando. Es lo único que me importa. Además puedo hacer lo que quiera con mi vida y elegí hacer esto. Creo que es algo que vale la pena. Quiero escribir libros cristianos, tener mi propia habitación para escribir sin que nadie me interrumpa. Hay deportistas que se levantan de madrugada a entrenar, como los nadadores. Yo tendré que levantarme de madrugada pero a orar y leer la Biblia. No será fácil, pero sí será una gran aventura. Es lo que quiero y me esforzaré para que se haga realidad. Tengo la ventaja que mi Dios estará siempre conmigo.