martes, 23 de noviembre de 2010

El virgen

Simón no es un muchacho mal parecido. Hay que aclarar que no es un Brad pitt o un Leonardo Di Caprio, pero tiene lo suyo. Él se encuentra feo, pero las niñas se dan vuelta a mirarlo, algunas suspiran por él. Simón cree que se burlan, piensa que lo molestan, pero no es así. De verdad algunas suspiran por él.
Simón es un poco perno, un poco tímido, es bien mateo. Sus estudios primero, después la diversión. Hay que decir, eso sí, que él se divierte estudiando. Es intelectual.
Quiere ser científico y pasa horas investigando y aprendiendo cosas nuevas. Sus amigos de la infancia lo molestan, se ríen de él. Le dicen que se está perdiendo lo mejor.
Para sus amigos lo mejor son las mujeres. Hacen competencia para ver quién es el que tiene más pololas, como por ejemplo Rubén, que tiene tres al mismo tiempo.
Simón estaba decidido a perder su virginidad a los dieciocho años, ya que era el único virgen entre sus amigos.
El problema era que no estaba enamorado de nadie y el sexo sin amor para él es algo repugnable. Así y todo preparó una fiesta para celebrar su mayoría de edad. Conocía a una niña llamada Nicole. La invitó a su fiesta y ¡PUM!, estaba listo y se arrepintió en el último momento. Nicole y los palurdos de sus amigos se burlaban de él. Simón se sentía mal por eso, pero luego se le pasaba y seguía en pie su idea de enamorarse de alguien y así tener sexo por primera vez. Y del que vale la pena, con amor.
Simón no es como la mayoría de los hombres, que hacen competencias para ver quién tiene más mujeres. Las mujeres son seres hermosos, hay que quererlas y respetarlas. No son objetos como muchos brutos creen.
Nuestro amigo Simón se ríe cuando ve la película "Virgen a los 40". Definitivamente no quiere ser como él. Acaba de cumplir los diecinueve y su meta es no pasar de los veinte sin conocer la sensación más extraordinaria que existe. Me refiero al sexo con amor.
Ahora la mayoría de los amigos de Simón son padres, y ni siquiera tienen los medios para darles a sus hijos lo que necesitan.
Todo tiene su tiempo. Tiempo para nacer, crecer y morir. Y tiempo para perder la virginidad también.
Simón acaba de conocer a Cintia, una linda señorita de diecisiete. Se les ve felices. Es sólo cosa de tiempo...

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