lunes, 5 de marzo de 2012

Jehová es mi fortaleza...

"Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación"(Éxodo 15:2). Estas palabras son parte de una alabanza de Moisés y María a Dios, después de librarlos de la mano de los egipcios. "Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar"(Éxodo 14:30).
El rey David, que fue un gran hombre de Dios, siempre se apoyaba en su poder. "Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré. Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio"(Salmo 18:1-2)
El rey David siempre le pedía ayuda a Dios en las dificultades. "Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme"(Salmo22:19). También estaba siempre confiado en su poder; sabía que si Dios estaba de su lado, nadie podría hacerle daño. "Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?"(Salmo 27:1)
En proverbios 10:29 dice:"El camino de Jehová es fortaleza al perfecto; pero es destrucción a los que hacen maldad". Claramente Dios protege a los que hacen el bien, se preocupa de ellos. Pasa lo contrario con la gente que no le agrada con sus actos. No debemos olvidar de que Dios es amor, pero también es fuego consumidor.(Hebreos 12:29).
Todos los grandes hombres de Dios no llegaron a ser lo que fueron por mérito propio, y ellos lo tenían más que claro. Jeremías también se refiere a la fortaleza de Jehová con estas palabras: "Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho"(Jeremías 16:19).
Pero Dios es fortaleza a quien se lo pida y haga su voluntad, y le ame de corazón. No solamente lo fue con Moisés, Abraham, David o Daniel; también puede serlo con nosotros. Quiero destacar un versículo más; su autor es Habacuc, quien vivió alrededor de 600 años A.C, durante uno de los más críticos períodos en la historia de Judá. El país había descendido de las alturas de las reformas de Josías hasta las profundidades de los abusos que sufrían sus habitantes, las medidas opresivas contra los pobres, y el colapso del sistema legal. El mundo que rodeaba a Judá estaba en guerra, con Babilonia ganando ascendencia sobre Asiria y Egipto. La amenaza de invasión desde el norte se sumó a los problemas internos de Judá. En ese clima adverso, este hombre de Dios dijo lo siguiente: "Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar"(Habacuc 3:19).
No hay nada mejor que dejarle todo al Señor y confiar en Él de todo corazón.
"He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jah Jehová, quien ha sido salvación para mí"(Isaías 12:2)

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