sábado, 21 de abril de 2012

Señor, ¿ Cuál es tu voluntad?

Cuando Dios hizo el mundo no creo que haya querido que existiera el sufrimiento, la tristeza, el odio y todo lo malo que existe. Después de formar al hombre del polvo de la tierra, se dio cuenta de que a éste le faltaba compañía. No era conveniente que estuviera solo. Del primer hombre, Adán, más específicamente de su costilla, hizo a la primera mujer, Eva. Hasta ahí iba todo bien. Dios les tenía de todo, nada les faltaba. Aún no había pecado en ellos. Hasta que desobedecieron, y ahí comenzó todo lo malo. Esta historia todos la saben.
Si Adán y Eva no hubiesen pecado, la raza humana sería inmortal, el infierno no existiría, seríamos todos felices. Pero no es así. La historia es muy distinta. También debemos considerar de que antes, el ángel más bello del Señor se rebeló. Quiso ser más que su creador. Ese ángel ahora es Satanás, el gran responsable del sufrimiento de la humanidad, quien a toda costa quiere alejar al hombre y a la mujer del amor de Dios, y lamentablemente le ha ido bien. Le ha ido excelente, basta ver cómo está el mundo. Pero, ¿Dónde está Dios?, se preguntarán muchos. Yo antes también me preguntaba lo mismo. Por qué Dios permite que ocurran tantas tragedias, por qué permite que millones de niños africanos, y gente adulta también, mueran de hambre.
Los por qué son interminables. Cuando a uno le ocurre algo malo inmediatamente se pregunta : ¿Por qué, Dios? ¿Por qué no me ayudaste? ¿Por qué?...
Antes de que Adán y Eva desobedecieran, Dios tenía todas las cosas a su disposición, el mejor alimento, frutos deliciosos. Y no existía el pecado, algo muy bueno, considerando que el pecado destruye al ser humano.
Pero sabemos que desobedecieron y Dios los sacó del huerto del Edén. Ahora todo es diferente, hay un cielo y un infierno. La voluntad de Dios es que nadie se vaya al infierno, porque ese lugar lo hizo para Satanás y los demonios. Lamentablemente hay muchos seres humanos en aquel lugar, y día tras día caen más y más allí. Por eso vino Jesús a la tierra y murió en una cruz por nuestros pecados, para librarnos del infierno y ofrecernos una vida eterna en el cielo.
Mucha gente cambia los placeres de esta vida, que es pasajera, por toda una eternidad de dicha y gozo en el cielo. Es verdad, no es fácil el camino del evangelio, lo admito, pero yo por lo menos voy confiado de la mano de Cristo. Aquí encontré la verdadera paz y felicidad.
La voluntad de Dios es que alcancemos la santidad y la pureza, y muchos dirán que es imposible, pero no lo es. Con nuestras propias fuerzas claro que lo es, pero Jesús nos ofrece su ayuda. Yo lo pude comprobar. No digo que sea un santo, pero voy en camino a conseguir la pureza y es algo hermoso.
Es extraordinario para mí darme cuenta de la sabiduría y el amor de Dios. Día a día le agradezco lo bueno que es. No tengo palabras para describirlo.
Hablaré un poco de mí sobre la voluntad de Dios con respecto a mi vida. Sin duda, Dios tenía otros planes para mí. Quizás a mis 26 años él quería algo mejor para mí. Si yo me hubiese esforzado más, tal vez sería un profesional, tendría ya una esposa y un par de hijos, una linda casa. Pero haciendo un recuento de mi vida, no me he esforzado lo suficiente, y eso es culpa mía. Ahora estoy dando lo mejor de mí, luchando por la bendición del Señor, y sé que pronto llegará.
Dios sabe lo que quiero, sabe que amo escribir, y que no sirvo para otra cosa. No quiero trabajar en algo que no me haga feliz. Él conoce mi corazón, sabe además en qué le puedo ser útil. Conoce mis capacidades y mis debilidades. Él sabe también que día a día me estoy esforzando por agradarle, por alejar el pecado de mi vida y mirarle a él por sobre todas las cosas.
La voluntad de Dios es perfecta y agradable, y confío mucho en las promesas que me hizo. No hay nada mejor que servirle a él. Nada mejor.
Yo veo el mundo cómo está y me siento un afortunado, porque mucha gente está sufriendo, y yo estoy confiado y feliz. Lleno de paz.
Tengo claro que debo seguir perseverando y siendo un ejemplo para las personas del mundo que no conocen a Dios. Con la ayuda de Cristo debo seguir firme en este camino.

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